Por Inês Amarelo |
Ciudad de México (EFE).- La mexicana Ayyselet Gutiérrez, de 29 años, fue víctima de un intento de feminicidio el 18 de septiembre de 2022. Su expareja la asestó 27 puñaladas que la dejaron muy cerca de la muerte y ahora, aunque con numerosas consecuencias, toma fuerzas para exigir que detengan a su agresor, que ya tiene orden de aprehensión, para que ella y su hija puedan vivir sin miedo, explica en una entrevista con EFE.
“Hace un año podría haber muerto y dejar sola a mi hija. (…) Estoy viva y, porque estoy viva, tengo que recordar a otras personas que todavía hay un atacante llamado Julio César”, dice Ayyselet.
Ayyselet recuerda que hace un año llegó a su departamento con Julio César luego de salir con amigos para escapar del estrés de una semana ocupada. Aunque ya no eran pareja, intentaron llevarse bien y ser amigos de su hija, que en ese momento tenía ocho años.
Llegaron a la casa y su madre estaba cuidando a la niña. Ayyselet fue al baño y luego se enteró que su expareja estaba revisando su celular. La madre abandonó el lugar y fue entonces que Júlio César fue al baño.
“Recuerdo escucharlo acercarse, abrirme la puerta y decirme ‘ahora, bastardo, no habrá nadie que te salve, lo vales’”, dice.
Fue entonces cuando inició el ataque con un cuchillo. Lo apuñaló 27 veces en la cabeza, las mejillas, debajo de los ojos, el cuello, el pecho, las manos y los brazos, la espalda y una pierna.
Dolor permanente tras intento de feminicidio
Ahora, un año después, sufre múltiples secuelas y dolores permanentes. Perdió visión en un ojo, movilidad en una mano, se tuvo que reconstruir su lengua y parte de su rostro y sufre parestesia y entumecimiento en varias partes de su cuerpo.
Ese día, su hija presenció el ataque y aunque le pidió a su padre que se detuviera, él no lo hizo.
Ayyselet, mientras sufría el ataque, tirada en el piso del baño de su departamento, vio aparecer los pies de su hija y logró decirle que pidiera ayuda, por lo que la niña primero golpeó a Julio César con una escoba y luego corrió hacia la zotehuela ( patio trasero) para pedir ayuda a los vecinos, quienes primero se llevaron a la niña y luego hicieron huir al agresor, completamente ensangrentado.
De lo anterior, la joven no recuerda casi nada, salvo lo que le contaron su hija y sus vecinos tiempo después.
Pero Ayyselet recuerda los dos meses siguientes en el hospital, seis días de los cuales estuvo en cuidados intensivos, y sobre todo los primeros 20 días consciente, en los que el dolor fue constante y también las dificultades para mirarse frente al espejo.
“Me sentí desfigurada y pensé cómo iba a salir al mundo sin todos estos prejuicios y que buscaran qué me había pasado, por qué estaba así. Tenía mucho miedo de que me vieran así. (…) Me tomó mucho, mucho, mucho tiempo volver a aceptarme y abrazarme y decir que cada cicatriz que me quedó significaba que tenía vida”, dijo la joven, agradecida de estar viva después de saber que , cuando la encontraron apenas tenía signos vitales.
“No quiero seguir escondiéndome”
Y debido a esta fuerza para mantenerse con vida y proteger a su hija, quiere presionar públicamente a su agresor para que sea arrestado.
“No quiero ni puedo seguir escondiéndome. “Necesito volver a mi vida, necesito apoyar a mi hija, también necesito darle esa seguridad de que puede ser una niña tranquila y libre, que puede jugar sin esperar a que alguien venga a atacarla”, dijo. dice convencido.
Ayyselet dice que se le ocurrió la idea de sentirse avergonzada de sus problemas en su relación con Julio César.
Recuerda que, mientras eran pareja, él la aisló de familiares y amigos y, durante su embarazo, que corría riesgo, dejó de trabajar. Por eso, en muchas ocasiones, pensó que no podría acabar con él.

“Hoy en día me resulta más fácil hablar de ello, contarle a la gente lo que me pasó sin sentir ese miedo y esa vergüenza. (…) Además somos muchos los que seguimos pidiendo justicia y que por favor actúen y no se olviden de nosotros”, explica.
Ahora Ayyselet está decidida a no quedarse callada y también, gracias al conocimiento de otras mujeres que han sufrido violencia, a apoyar a quienes, como ella, no obtuvieron justicia.
También pide que las autoridades, en un país donde cada día son asesinadas más de 10 mujeres, aborden este tipo de casos y no esperen a un desenlace trágico.
“Y por favor, si alguien lo conoce, ayúdenos a hacer esta captura ahora. Que no necesitan esperar hasta ese momento para actuar. (…) Seguiremos alzando la voz cuantas veces sea necesario para que nuestra historia, nuestro caso, no quede en el olvido”, concluye.