Barcelona, 2 feb (EFE).- La enfermedad de Lyme, una infección provocada por la picadura de una garrapata, con pocos médicos especialistas en su tratamiento y que en España solo se ha producido en el País Vasco, La Rioja, Cantabria, Asturias y Galicia, comienza a extenderse por el resto del país, aunque la mayoría de los casos quedan sin diagnosticar.
«Antes se pensaba que era algo del norte», recuerda el exdirector de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Parc Taulí de Sabadell (Barcelona) Manel Cervantes, uno de los pocos infectólogos que atendió casos en Cataluña, porque entre Desde la década de los 80 hasta el año 2000, parecía que los casos de Lyme en España siempre se diagnosticaban en las mismas comunidades.
Sin embargo, «ahora vemos que los casos están creciendo en Cataluña, en Valencia y, un poco menos, en Andalucía, y que la enfermedad ha desaparecido en Extremadura», destaca el médico, que está a punto de jubilarse y que atribuye las cifras a » la situación de las garrapatas en la región en este momento».
En España hay unos 150 casos de Lyme diagnosticados oficialmente, según Cervantes, pero «podría haber más de 1.000, ya que muchos no se diagnostican y en otros desaparecen los síntomas».
CÓMO EVOLUCIONA LA ENFERMEDAD
La doctora, que actualmente es coordinadora de la unidad de VIH-sida de Infecciones de Transmisión Sexual del Hospital Parc Taulí, explicó a EFE que esta enfermedad se manifiesta en dos fases, una inicial altamente infecciosa y otra posterior con efectos más graves, aunque son casos en los que la enfermedad desaparece sin ser tratada antes de que se complique.
«En la fase inicial puede haber fiebre y malestar general y aparecen manchas en la piel, por lo que la enfermedad de Lyme se puede diagnosticar fácilmente», mientras que «la afectación después de semanas o meses puede ser en el corazón o el cerebro, con arritmias, parálisis facial y pérdida de de la memoria o de la sensibilidad”, detalló.
Algunos de los pacientes presentan manifestaciones crónicas de Lyme leves pero muy incómodas, como cansancio, artromialgias o dolores óseos, que les impiden llevar una vida normal.
Los casos de Lyme -enfermedad descubierta en la década de 1980 por un investigador suizo que trabajaba en Estados Unidos y que debe su nombre a la pequeña localidad de Lyme, en el estado de New Hampshire, donde aparecieron los primeros casos- se han duplicado en los últimos 20 años y en Europa hay 200.000 casos registrados, según Cervantes, que comenzó su carrera como infectólogo en el Hospital Vall d’Hebron, en Barcelona.
“El vector de la enfermedad, la garrapata -presente en países de clima templado- pasa el germen, una borrelia, desde el huésped original, que por lo general son animales de pequeñas montañas o zonas boscosas, a las personas. Cuanto más cerca esté todo esto de la población, más aumenta el peligro de transmisión”, advirtió Cervantes.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE LA ENFERMEDAD
El hecho de que pase tiempo entre la primera fase de la enfermedad y la segunda hace que “a veces no pienses que puede ser Lyme”.
Además, «las pruebas diagnósticas de la enfermedad no son buenas y muchas veces dan negativo aunque haya infección», en lo que Cervantes ve «un problema que hay que solucionar en un futuro inmediato».
«Ya están saliendo algunas pruebas que probablemente sean mucho más efectivas», dijo.
El infectólogo lamentó que, al no existir una buena prueba diagnóstica, «se diagnostican como episodios nerviosos, casos de depresión o gripes mal curadas», cuando en realidad se trata de Lyme, una enfermedad muy desconocida, pero que ha comenzado a hacerse notoria con los contagios que han sufrido algunos famosos, como la piloto Laia Sanz, los actores Richard Gere y Ben Stiller o el cantante Justin Bieber.
En los casos en los que el test da negativo, Cervantes opta por prescribir tratamiento -un antibiótico-, aunque reconoce que «es difícil decidir y requiere médicos especialistas, pero en Lyme hay pocos especialistas».
“Me picó una garrapata, me siento plano, tengo manchas en la piel. Puede que todo salga normal en un primer análisis, pero podría ser Lyme. No podemos decir que el paciente no tiene nada ante unos síntomas que no podemos explicar. Hay que jugar al médico”, defendió el especialista.
«Es una enfermedad con futuro que nos enseña que cada vez más nos encontraremos ante patologías con una fase claramente infecciosa y persistente. Ya lo estamos viendo con la covid persistente, donde el virus ya no está, pero los síntomas se mantienen”, concluyó Cervantes.